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Tomando como pauta un tablero del Juego de la Oca, muy de moda en la Italia de la época, Alonso de Barros publica en 1587 un manual y guía (Filosofía cortesana moralizada) para moverse en la Corte, vista ésta como laberinto intrincado o, mejor, como mar proceloso de envidias, rivalidades y corrupción, en el que –entonces igual que ahora– es muy fácil perderse y naufragar.
Dedicada al todopoderoso secretario de Felipe II, Mateo Vázquez de Leca, la Filosofía cortesana moralizada, al ritmo que marcan el azar o la fortuna, moraliza el tablero de un juego, que le sirve al autor para poner en evidencia la importancia de conocer el significado de conceptos como la “adulación” (o el “qué dirán”, los “falsos amigos”, el “trabajo”, la “pobreza” y la “suerte”) para acertar a moverse en el mundo de la Corte. En palabras de un comentarista moderno, “Barros estima que en todos los hombres hay una legítima aspiración personal y desde el más rotundo pragmatismo entiende que cada uno debe proceder moviendo los hilos precisos en el momento conveniente, en la busca de valedores, sorteando los obstáculos, superando reveses de la fortuna.... Este pragmatismo se reviste de alguna dosis de cinismo” (Fernando Collar Cáceres).
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