La transición democrática pasó de puntillas sobre las fosas de los asesinados por los fascistas en la Guerra Civil y durante la primera etapa de la dictadura franquista. Salvo casos aislados, los hijos de los "desaparecidos" en montes, barrancos, tapias y cunetas de toda España, tampoco pudieron enterrar a sus padres una vez recuperada la democracia por la que lucharon.
Han sido sus nietos, a pesar del miedo que persistía después de más de 60 años, quienes se han encargado de remover la tierra para recuperar los restos y la dignidad de decenas de miles de víctimas de aquellos "paseos" sangrientos y de tantos juicios sumarísimos.
Cada vez que la asociación para la recuperación de la Memoria Histórica remueve alguna de esas fosas descubre, en realidad, los pies de barro de nuestra democracia: tan sólo unas paladas de tierra separan la amnistía del pasado y la amnesia de la historia.
El debate realizado en la Universidad de Valladolid sobre "la memoria de los olvidados", incorporó al relato histórico y a la reflexión de los intelectuales el testimonio de las víctimas de aquella terrible represión.
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